En el especial “Conversando en el 21”, Sergio Rotman, saxofonista de Los Fabulosos Cadillacs, habló sobre el rock argentino y su entrañable relación con Tijuana
Dueño de una trayectoria envidiable, Sergio Rotman, saxofonista de Los Fabulosos Cadillacs, piensa que el rock and roll no es música, tampoco es Chuck Berry ni son los Rolling Stones, para él es más bien un concepto de vida en el cual envejeces pero no maduras y donde a través de esa premisa se abren muchas opciones que con un poco de talento y mucha suerte te permiten dedicarte al rock como única tarea.
En entrevista para el especial Conversando en el 21, de Capital 21, el también miembro de Cienfuegos —grupo que formó con amigos de toda la vida— e integrante de la banda de su novia Mimi Maura, reconoció: “Yo le debo todo a los Cadillacs, los Cadillacs a mi nada”.
La brecha generacional
El músico argentino de 59 años se define así mismo como un “ateo anarquista”. Además, considera que la mayor desgracia que tuvieron los rockeros fue convertirse en un acto comercial.
“Es una bendición que el reggaeton haya llegado […] nos dejaron (a los rockeros) volver a tocar en las pequeñas cuevas”, mencionó.
Polifacético cultor del post punk e influenciado musicalmente por Bob Marley y Lou Reed, Rotman cree que todo el paradigma musical y social ha cambiado desde que existen las redes socio digitales, ya que “lo único importante es la popularidad”.
“La popularidad de vuelta no tiene nada de interesante, no hay nada ahí”, sostuvo.
En cambio, opina que es en los clubes pequeños para 150 personas donde sucede el arte. Por esta razón, decidió asociarse junto a los integrantes de la banda Attaque 77, Leonardo De Cecco y Luciano Scaglione para formar un club de música en Buenos Aires al que llamaron Strummer Bar
Dueño de una trayectoria envidiable, Sergio Rotman, saxofonista de Los Fabulosos Cadillacs, piensa que el rock and roll no es música, tampoco es Chuck Berry ni son los Rolling Stones, para él es más bien un concepto de vida en el cual envejeces pero no maduras y donde a través de esa premisa se abren muchas opciones que con un poco de talento y mucha suerte te permiten dedicarte al rock como única tarea.
En entrevista para el especial Conversando en el 21, de Capital 21, el también miembro de Cienfuegos —grupo que formó con amigos de toda la vida— e integrante de la banda de su novia Mimi Maura, reconoció: “Yo le debo todo a los Cadillacs, los Cadillacs a mi nada”.
El rock argentino
El saxofonista confiesa venir de la escena del movimiento de punk argentino— en el contexto de la dictadura militar encabezada por Jorge Videla—, donde encontró gente inteligente que cuestionaba sin pedir nada cambio, pero que eran llevados a las comisarías por el simple hecho de que les gustaba la música.
“A los rockeros jamás nos persiguió el gobierno militar, la policía en la calle sí, pero el gobierno militar perseguía a los folkloristas de izquierda […] los rockeros argentinos siempre tuvimos todo a nuestro favor, pero a los folkloristas los mataban”.
Sentencia que los rockeros no sufrieron ni el 1% de lo que sufrió otra parte de la sociedad argentina durante la dictadura.
“Ni siquiera fuimos el mejor movimiento de rock en español. El movimiento de España nos pasa por encima sin dudarlo”.
Su amor por Tijuana
Para el autor de “Siguiendo la luna”, que llegó a México-Tijuana por primera vez en 1990 en el entonces Distrito Federal, “no es México, es Buenos Aires con otra comida […] México es Tijuana, Mexicali, Hermosillo”.
“Yo entré (a México) por la frontera de Estados Unidos y fue la experiencia más fuerte de mi vida […] previo a los cárteles de la droga era otro planeta, yo no entendía absolutamente nada, aquello estaba picante […] por eso mi amor por Tijuana es forever”, explicó.