En la actualidad es muy raro encontrar algún descendiente
Los taínos cubanos, cuya presencia en la isla se remonta a siglos antes de la llegada de los europeos, provenían de un linaje más amplio de pueblos arahuacos, originarios de la región del Orinoco en Sudamérica. Estos pueblos migraron hacia el norte a través del Caribe, asentándose en diversas islas, entre ellas Cuba, donde llegaron alrededor del año 500 d.C. Su llegada a Cuba no solo marcó el inicio de una nueva era en la isla sino también el comienzo de una rica fusión cultural con los grupos indígenas que ya habitaban allí, como los guanahatabeyes y los siboneyes.
Los taínos eran un pueblo profundamente conectado con su entorno, algo que se reflejaba en sus costumbres y creencias espirituales. Vivían en aldeas conocidas como “yucayeques”, organizadas alrededor de plazas centrales donde se realizaban actividades comunitarias y ceremonias religiosas. Las bohíos, o cabañas circulares con techos de palma, eran típicas de estas aldeas y proporcionaban refugio frente al clima tropical.
Una de las características más distintivas de los taínos era su sistema de creencias animistas, que implicaba un profundo respeto y veneración hacia la naturaleza. Creían en un panteón de deidades, encabezadas por Yucahú, el dios de la yuca y la fertilidad, y Atabey, diosa de las aguas y la fertilidad. Los cemíes, figuras de piedra o madera que representaban estas deidades y espíritus, ocupaban un lugar central en su vida espiritual, siendo objetos de culto y componentes esenciales en sus ceremonias, incluyendo el ritual del cohoba, donde los chamanes inhalaban sustancias alucinógenas para comunicarse con el mundo espiritual.
En cuanto a sus prácticas diarias, la agricultura era fundamental, destacándose el cultivo de la yuca, que era base de su alimentación y se procesaba meticulosamente para extraer el veneno antes de su consumo. El “casabe”, un tipo de pan de yuca, era un alimento básico. La pesca y la recolección de frutos y moluscos complementaban su dieta, y sus habilidades como navegantes les permitían intercambiar productos entre las diversas islas del Caribe.
La sociedad taína era matrilineal, lo que significaba que la descendencia y la herencia se trazaban a través de la línea materna, otorgando a las mujeres un papel importante en la estructura social. Los caciques, o líderes, eran generalmente hombres, pero las mujeres taínas tenían roles significativos tanto en el ámbito doméstico como en el espiritual.
La llegada de los españoles a finales del siglo XV marcó un periodo de conflicto y transformación para los taínos en Cuba, llevando eventualmente a su desaparición como grupo étnico distinto. No obstante, su influencia persiste en la cultura cubana actual, desde el lenguaje hasta técnicas agrícolas y alimenticias, demostrando que, aunque los taínos como pueblo ya no existan, su legado cultural es indeleble en la identidad de Cuba.
