En un video producido por NFL Films y que fue dado a conocer ayer por la tarde, se observa a varios jugadores de los Jefes y las Águilas quejarse del mal estado del campo donde disputaron el Super Bowl LVII.

De acuerdo con los testimonios, el césped estuvo resbaladizo al punto de ser comparado con una pista de hielo.

Para cada edición del gran juego, la NFL utiliza rollos de pasto nuevo. Para el SB LVII compraron el Tahoma 31, que produce la universidad de Oklahoma State.

Sin embargo, el centro educativo se deslindó del mal estado del emparrillado.

Si bien los científicos de OSU desarrollaron y patentaron Tahoma 31, no tuvieron ningún papel en la creación o preparación del campo para el Super Bowl LVII. Se usó Tahoma 31 para la capa base, pero el campo también se sembró con una capa superior de raigrás, que tiene superficies de hojas resbaladizas cuando está húmeda. Ese y otros factores pueden haber contribuido a los problemas de tracción durante el partido”, compartió la universidad en un comunicado.

La escuela atribuyó la culpa al equipo de mantenimiento de la NFL y enfatizó que si el césped se hubiera instalado como se suponía que se debía usar, probablemente no habría habido ningún problema. Oklahoma State también señaló que no hubo ningún otro problema con el césped este año y que las Águilas usaron Tahoma 31 para los juegos en su casa.

Días previos al Super Bowl LVII, George Toma, un experimentado empleado de la NFL, mostró el campo a los medios de comunicación y dijo que la liga gastó 75,000 dólares en su instalación.